jueves, 19 de abril de 2012



 

Descansa al borde de un acantilado, un banco de piedra de los de antaño. Con paso lento y garrota en mano se apresura a sentarse en él, el veterano anciano. 

Le sigue una ingenua anciana que se sienta al otro lado, y despacio ambos descansan sus ojos sobre el cielo azulado. 

Las olas interrumpen el inesperado silencio que entre amos se ha creado.  Se mira uno, se mira el otro y en su mente un solo pensamiento: ya somos ancianos. 

Cogidos de la mano, sellan una vida juntos. Cierran los ojos y así uno apoya la cabeza en el otro dejándose llevar por el  descanso eterno.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  2. Querido anónimo. Me doy por enterada de lo que te ha ocurrido en Falsaria, pero te agradecería que los comentarios que se hagan en este blog sean exclusivamente de lo que se ha publicado en él. Ya que como entenderás, hay gente que lee este blog que es completamente ajena a dicha red literaria.

    Gracias. Un saludo.

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¡¡¡Muchas gracias por tu comentario!!!

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