Parecía un superhéroe, con la luz de su casa de fondo, con las manos en la cintura la cabeza erguida y mirándonos a los ojos: “tranquilos esto ya lo arreglo yo”. 

Luis salió de su casa arrastrando un saco enorme de arena  que colocó justo en frente de la puerta que había intentado ser ocupada.

- Pero hombre ¿a dónde piensas ir con ese saco?

- A solucionar el problema.- y volvió a la puerta de su casa con la lengua fuera a por otro saco.

- Eh…¿Luis? ¿Qué es lo que pretende hacer?

- Tú bonita, eres de la otra comunidad así que no tengo porque darte explicaciones.

- Pero a mí sí, que soy de esta. – Pepi me miró de reojo con un brillo de orgullo en los ojos.

- Atrincherarme.- y volvió a por otro saco a su casa.

- ¿Atrin qué?.- gritamos todos alrededor y empezó a correr un murmullo desde abajo hasta el segundo.

- ¡Luis no digas tonterías!, ¡hay por Dios! que a este paso me va a dar un patatus.

- Tranquila mamá. Luis, por favor ¿cómo te vas a atrincherar? Espera a que llegue la policía.

- ¿La policía? ¿Esos patanes que no saben hacer nada,  que siempre llegan tarde y que al final se van sin solucionar nada? ¡Ja! de eso nada, si esos tipejos se atreven a volver por aquí se las verán conmigo y no con la policía.

- Ya pero…

- ¡He dicho que esto lo soluciono yo, que para eso soy vecino de esta comunidad!  ¿queda claro?.- durante dos segundos se me quedó mirando tan fijamente que por un momento pensé que me iba a traspasar…

- ¡Pues tienes toda la razón Luis!, aquí hace falta que los vecinos nos ayudemos y no que estemos esperando a la “legalidad”.- la Gaceta se pronunció con rotundidad e incluso hizo énfasis  en la última palabra,  que recalcó con los dedos que iba entre comillas.- déjame que te eche una mano.

Allí no se pronunció ni una palabras más, Luis y la Gaceta se dedicaron a sacar enormes sacos de arena a arrastras, bajo la atenta mirada de los que allí estábamos presentes.