martes, 5 de agosto de 2014

Dice un dicho que ante la virtud de pedir está la virtud de no dar… y lo cierto es que no debería molestarnos que nos rechace al que le pedimos, pero como de la teoría a la práctica hay un gran pasó…

El otro día en uno de los muchos vagones de metro había un hombre que iba pidiendo, se había preparado su gran discurso y a la primera arrancada del vagón fue predicando su necesidad: “Por Dios, por amor a Dios, señores, señoras, les pido ayuda. Se lo pido en nombre de Dios, solo por Dios me atrevo a entrar aquí a pedirles un poco de ayuda para mi, Dios le guarde y les cuide porque solo en nombre de Dios lo hago…” 

Mira tú que en medio del discurso se montó en el vagón un cura joven que se mantenía sujeto a uno de los sujetamanos intentando permanecer ajeno a todo… 

“Padre, padre por el amor de Dios,  ¿me ofrece su humilde ayuda?” sonaron grillos. Aquel buen hombre dedicado a la vida eclesiástica ni se movió…. Ni un ápice, así que el hombre que pedía continuó su andadura hasta que a la mitad…

“Gracias Padre, muchas gracias que Dios le guarde, porque solo Dios sabe porque lo hacemos” 

¡¡Ohhhh!! ¡¡Ahí es naaa, se la tiró doblada!! 





1 comentario:

  1. Uf, qué difícil es esto! Y la escena, difícil también de presenciar.

    Besos!!

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¡¡¡Muchas gracias por tu comentario!!!

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