jueves, 31 de julio de 2014


Un verano sofocante llegó después de la famosa comunión y con él no hubo piscina, ni playa, ni nada parecido. Hubo una mala noticia, una operación inesperada que por suerte salió muy bien. Así que hemos pasado el verano de hospitales y ahora estamos de niñeros de dos abuelos tortolitos que están pasando unos días conmigo, porque claro, ese "empeño" de tener pisos tan pequeñisimo nos ha llevado a trasladarlos a mi casa, donde las habitaciones siguen tan libres como el primer día.

La verdad es que estoy encantada de tenerlos y atenderlos, al menos de momento. Eso sí ahora tengo el doble de obligaciones, que si preparando purés, filetes a la plancha, macedonias... en fin ahí liada siempre en la cocina...

- ¡Ay hija! que son las 11 de la mañana y no hemos ido a por el pan.- mi abuela apareció por el marco de la puerta desesperada...
- Abuela en Madrid tenemos pan todo el día, tranquila cuando termine voy a por ello.
- ¡Que no! que seguro que ya no hay, nosotros si no vamos a las 9 la Vicenta se lleva los seis panes y nos hemos quedado sin nada.
- Que si abuela, que hay pan...
- Bue, lo que tu digas pero te digo yo que no.- se cruzó de brazos.
- Bueno mira vamos a hacer una cosa, échale un ojo a esto que va ha echar a cocer en lo que me visto y voy a...
- Pero si puedo ir yo.
- ¡Pero abuela, si no sabes donde está! y además como vas a bajar las...- se echó mano al estomago.- ¿qué te pasa?
- Nada, nada... yo es que... ando un poco fastidiada del estomago, pero estoy bien ¡eh!
- Bueno pues ya que bajo te traigo Acuarios.
- ¡Ni hablar!
- Pero bueno y eso...
- Ese aguachote no lo quiero yo, que no, que no, que no me mires así, eso no lo quiero ¡y punto!

Mi abuela es muy testaruda, pero de que se lo iba a beber se lo iba a beber. Me vestí todo lo rápido que pude y dejé a mi abuelo sentadito y a mi abuela mirando la olla... como se nota que la impaciencia es finita porque en otro tiempo hubiera hecho mil cosas antes de pasarse cuarto de hora mirando aquel calabacín en remojo.

La verdad es la panadería no nos pillaba tan lejos de casa, son dos calles más allá de la mía eso sí, no significa que no te puedas encontrar alguien en el camino y lo que son 5 minutos se conviertan en 30. Y eso si te pasa con Encarni, con Mácu, con Pepi o incluso con Merche no es nada, pero ya suprondréis con quién me topé nada más salir de casa... si, con ella, con la Gaceta.




1 comentario:

  1. Me has recordado a mí, pero con niño! Jajajjaja, esperando a leer esa conversación con la Gaceta, 30 minutos de auténtico cotilleo vecinal, yeah!

    Besos, guapa!

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