viernes, 4 de abril de 2014


Me sentía sumamente ridícula colgada de la terraza de Pepi, sin zapatilla, con aquél marrón que yo misma me había creado… ¿En qué momento aquella curiosidad se volvió una locura? ¿cómo había llegado a pasar aquello? Si te digo la verdad solo quería volver a mi cama, no me importaban lo que pensaran las vecinas, ni lo que pasara en casa de Pepi… ya había hecho demasiado el ridículo…

Así que allí estaba intentando volver. Saltando de una a otra, pasando una pierna, perdiendo la otra zapatilla, pero al fin en mi terraza. Aunque no pienses que caí de pie, no que va, a un paso de entrar dentro de casa pisé uno de los ratones de Manolo y di con las narices en el suelo.

 El pie me dolía, intenté ponerme en pie despacio apoyándome en la pared y fue ahí cuando me di cuenta que la puerta se había cerrado. Si, si no se me salieron los ojos de las órbitas poco faltó, aquello era mi peor pesadilla… ¡la mentira se había convertido en una verdad absoluta! ¿Qué más podía pasarme?

Antonio salió de su portal con una escalera enorme, Merche le seguía detrás dando voces: “tranquila quilla que esto lo arreglamos en un periquete”.  Encarní por otro lado azuzando a su marido Manolo: “ hombre, es que mira que tener las radiografía en la última caja, que siempre hay que tenerlas a mano Manolo, que luego surgen emergencias…. ¡Eres un desastre!” . Me tapé la cara, aquello se estaba convirtiendo en un autentico espectáculo…

La escalera hacía un ruido insoportable. Antonio la apoyó al borde en la terraza y subió por ella, detrás de él Manolo con la radiografía en la boca. A cada chirrido que la escalera hacía, se encendía una nueva luz en la calle. Mácu, su abuela, mis padres muy preocupados y como no La Gaceta... los vecinos del segundo, del primero... los del bloque 6, los del 4... Allí empezaron a aparecer todos, mirando con cara de desconcierto lo que estaba pasando.

Manolo, agachado,  intentaba colar la radiografía entre suspiros de esfuerzos por el hueco de la puerta. Antonio le miraba y de vez en cuando se volvía hacia a mí, que permanecía en un rincón apoyada contra la pared, para tranquilizarme con las manos en alto. Desde abajo la gente murmuraba, algunos decían que llamaran a la policía, otros a los bomberos, otros gritaban que se callasen… y en medio de todo aquel alboroto se escuchó un: “ai, ai, si,sisisi,siii..... GOOOOOLLLLLLLL”

Chema apareció por la terraza de Pepi con la camiseta de la selección, rojo, con los puños apretados, y detrás de él Pepi. Todo el mundo les miraba, todos se preguntaban lo mismo, y yo... comprendí, lo comprendí todo...

Así que todos esos gritos y risas eran… ¿por un partido? ¿un maldito partido? no podía más. Aquella noche, todo lo que estaba pasando...aquello..., aquello me superaba. Y para colmo, Pepi al ver todo lo que estaba ocurriendo me suelta:

- Mujer, podías haberme llamado y te hubiera ayudado...

Ira, sentí ira... por un instante pensé que podía saltar de un brinco por su terraza, total... pero no lo hice la puerta cedió a la radiografía y yo me desplomé dentro ¿Saldré algún día de casa...? ¡¡No lo sé!!








2 comentarios:

  1. Uyuyuyyyyy que al final se salvó! Quiero decir que no descubrieron. Será un escarmiento? Ya lo veremos porque viviendo donde vive le tienen que pasar más cosas. Me ha gustado mucho el desenlace. Ahora a descansar y a reflexionar sobre el tema... Lo haría otra vez? Jejejje yo creo que sí.

    Besos!

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  2. No la podían descubrir... jejej si seguro que hay más aventuras!!. Ahhh y si, creo que sí, que lo volvería ha hacer. Un beso!!

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¡¡¡Muchas gracias por tu comentario!!!

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