martes, 11 de octubre de 2011




No puedo describir la emoción que he sentido al escuchar a un niño cantando los primeros acordes de una de las canciones que he cantado miles y miles de veces.

Es emprender un viaje por el pasado hasta esa chica que año tras año, con disco nuevo y con el antiguo,  se sentaba en la escalera de la casa de su abuela, mirando la torre de la iglesia viendo como las agujas de ese gran reloj marcaban horas sin cesar, haciendo playback de las canciones que un gran maestro grabo un día en un estudio.

Hoy escuchando Diez puedo volver la vista atrás y tener la misma visión que hace años cuando las preocupaciones presentes hoy no me importaban. 

Porque eso es lo que transmite Diez, el mejor sabor de lo antiguo, del pasado mejorado con los años como el buen vino!!

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