-Algún día me dirás como te enteras de tantas cosas María. La solté con todo el desparpajo de una que aún no se había lavado la cara.

-Mujer, la información está ahí, solo hay que saber observar y con un poco de aquí y de allá se completa la historia. -Nos soltó una orgullosa María que con el periódico debajo del brazo. Solo le faltó echarse el aliento en las uñas y sacarse brillo.

 - Ojo clínico es lo que tienes tú.- Pepi  lo soltó así como si nada, mientras removía con energía su café.

- ¿De qué me acusas Pepi? ¡Eh! Porque bien que cuando quieres saber algo me preguntas y luego te encargas de contarlo por ahí como has hecho ahora.

- Que quieres que te diga María, sigo tu ejemplo. Todo el mundo sabe que te paseas por la calle con ese dichoso periódico mientras recoger y sueltas la sopa por ahí.

- Podrías tener un poquito de respeto ¿no Pepi? Todos sabemos que tuviste tu lio amoroso con el Chema, cosa que a mí me consta que sigue siendo así,  y tampoco te lo recrimino cada dos por tres.

- ¡Te estás pasando! Porque una cosa es que me recrimines lo que te estoy diciendo y otra muy distinta es que te metas en mi vida privada.

-¡Yo no me meto en nada!, ¡pero me parece vergonzoso que me sueltes esas acusaciones así sin más!.- el tono de voz iba subiendo por momentos.

-Y qué quieres que te diga si es la pura verdad. Eres una cotilla, ¡Una CO-TI-LLA!.

-¡Y tú una solterona libertina!.

El café de Pepi acabó en la cabeza de la Gaceta bajo la atenta mirada de todos los alborotadores de la calle. Porque su discusión llegó a tal nivel que el resto se calló y ellas tomaron el relevo.

Con la boca abierta la Gaceta se limpiaba la cara con la manga mientras soltaba un: “Esto no se quedará así Pepi, ¡te has pasado tres pueblos!”  y yo cobarde de mí, retrocedía tres pasos mientras entraba en casa y cerraba la terraza. No podía evitar sentirme culpable, si yo no hubiera lanzado aquella puntada nada de esto hubiera pasado.