jueves, 28 de mayo de 2015



Teniendo una familia tan extensa, una nunca se libra de celebraciones y en esta ocasión tocó comunión. Hubiera preferido poder quedar de nuevo con Carlos pero lo hemos tenido que aplazar, bien por los compromisos familiares, bien por su trabajo. 

Eso sí, me muero de ganas de contarle a todo el mundo que estoy con un ¡bomberooo! Pero claro,  con solo una primera cita y unas cuantas conversaciones por Whatsapp no es prudente ¿no? No me gustan los secretos de estado, me sangra la lengua de tanto mordérmela, pero ni modo. 

En fin, en esto de las celebraciones familiares lo único que realmente me gusta es lo de estrenar modelito. Pero como últimamente no estoy muy creativa le he dado más vueltas que una noria: ¿Pantalón y camisa? ¿camisa y falda? ¿vestido?... no sé la de ropa que me he probado, y cuando ya tenía escogido un vestido con muchos colores ¡zas! Aparece un vestido azul eléctrico en el fondo del estante, arrugado y una talla menos que la que utilizó. 

Por un instante dudé,  quizás ni si quiera me entrara, pero…. era anchito y la tela tenía mucha caída, quizás no se me marca nada… claro que si ese era el caso quizás una buena faja lo pude arreglar...  ¡Va!  por probármelo no pierdo nada. Así que ahí fui, con los dos vestidos directa al probador rezando porque aquel nuevo me valiera y… ¡voilà! no solo me entraba, sino que ¡me quedaba perfecto! 

Así que salí de aquella tienda más contenta que unas castañuelas y no solo porque el vestido me encantaba, sino porque al llegar a casa me di cuenta que tenía hasta una sombra de ojos perfecta para él e incluyo un anillo con colores prácticamente idénticos. Me calcé los zapatos de plataforma negros y la cartera a juego e iba divina de la muerte. 

¡Ahh! eso es lo mejor de las celebraciones, pavonearte ante los invitados, la familia, los vecinos… ¡lucir palmito vaya! Hasta que descubres que Merche lleva el mismo vestido que tú, porque va a el bautizo de su recién nacido nieto.  Si, el niño que tuvo su hijo con la exnovia que se marchó a Italia a vivir… y que se reconciliaron después y ahora no solo vienen de visita, sino que también bautizan al muchacho aquí. ¿Te puede imaginar mi cara? ¡Poco faltó para echarme a llorar!

Yo que pensaba que iba moderna y atrevida pero con un punto clásico… y ahora resulta que ¡hasta las viejas visten igual que yo!


2 comentarios:

  1. Vaya. Nunca me ha pasado eso pero debe de ser un momento de "tierra, trágame". Jajajaja. Besotes!!!

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    1. Lo es, lo es, lejos de la calle San Luis en mi vida real me paso una vez. Justo en la comunión de mi hermana, yo subia las escaleras y la otra mujer las bajaba, eramos como dos niñas gemelas. ¡Que disgusto me dio! jejej Besotes.

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