martes, 3 de febrero de 2015



Los pasillos del metro muchas veces son largos, demasiado largos. En muchas ocasiones están llenos de gente y en otras apenas pasan pies por él, pero cuando apenas hay gente pasan cosas que jamás pensé ver.

Porque dime tu qué haces paseándote con un orinal a cuestas. Si, has leído bien, con un orinal. Por suerte estaba siendo usado por un culillo pequeñín pero ¡ooohhh dios mío! ¿Quién anda a cuesta con un orinal por el largo pasillo del metro? ¿A quién se le ocurre ocupar un pequeño espacio del largo pasillo para cubrir necesidades primarias?... no sé yo estoy escandalizada. 

Pensaba que a estas alturas del siglo XXI lo que se estilaban era los pañales, esas cosas con pegatinas, con algodón por todos los lados que hacen de los bebés auténticos vaqueros… Pero quizás no sea así, quizás la moderna sea yo. 

 

2 comentarios:

  1. Eso es llevar la operación pañal al límite. Jajajaja. El metro es una fuente inagotable de historias. Un besote!!!

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    1. Y tanto!! yo todavía alucino... me froté hasta los ojos pero allí estaba aquel pequeñín sentadito en su orinal en medio de la estación. Juro solenemente que no es inventado!! Besotes

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