viernes, 13 de junio de 2014


Después de adoptar, los problemas se multiplican. Que si donde va ha hacer sus necesidades, que donde va a dormir, que si se sube a la cama, al sofá, a las piernas…. Y sobre todo ¿Qué le damos de comer?

En aquellos días unos opinaban que leche sola, otros que con pan, otros que con galletas, algunos incluso con magdalenas… en fin un galimatías y el animal seguía sin nada que llevarse a la boca. Al final como siempre tiramos por la calle del medio y en un tazoncillo le echamos leche con galletas, pan y magdalenas.

El tío se lo zampó todo, así que a partir de ese momento le dimos de comer aquel mejunje (bueno durante los primeros meses no creas,  luego pasó al pienso y se volvió un especialito: que si tiene que ser arroz con pollo o con buey, que de esa marca no se la come, que este con verduras no...) Debimos de acertar porque empezó a crecer y a crecer y con tan solo 6 meses parecía un pastor alemán mas que un gato.  

Ahora eso sí, la veterinaria nos hecho una bronca descomunal, porque y que para eso hay leche especial y pienso para cachorros y latas y…¡va! ¡pues no ves hija, que está como un roble el tío!. Tanto que a sus diez años está hecho ¡un chaval! y juega todos los días. Si es que no hay nada como la leche de vaca… o debería decir la leche compuesta…

2 comentarios:

  1. Mira, en casa de mi marido había un gato que llegó a muy viejito y yo no he visto gato más grande que ese, impresionante, chica. Este va por el mismo camino, no? jajajaja

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    1. Para mí es un gato grande, bueno... larguirucho!! Ya veréis fotos, ya!! Voy contándoos la historia poco a poco!! ;)

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