martes, 22 de abril de 2014


 
Leer en el metro es una de mis pasiones, casi te podría decir que voy medio camuflada para que nadie me interrumpa, pero a veces no hace falta que sea alguien conocido…
Ayer mismo se sentaron dos señoras a mi lado, que deben tener por costumbre darle a la lengua. ¡Madre mía, vaya paliza que dieron! Hablaban, hablaban… pero por mucho que movían la boca yo no entendía nada y además ¡gritando! Pero como pueden tener un tono tan alto a las 7 y media de la mañana… no lo entiendo…
Es caso es que testaruda de mi, intenté por decima vez leer la misma frase. Al final me rendí, lo dejé por imposible, era como echar un pulso con un boxeador profesional. Como opción me puse a mirar el móvil y mira tú qué casualidad, que fue sacar el aparatejo y aflojar la mandíbula…
Pensé que quizás su charla habría concluido, que se había terminado y que quizás tuviera una segunda oportunidad, ¡que ingenua! Fue reanudar la lectura ¡y empezar el parloteo! Así que comprenderás que no lo dude, ¡esto era la guerra! Sí, yo me quede sin leer, pero ellas ¡se quedaron sin hablar!

2 comentarios:

  1. Jajjaaj, chica, eso pasa mucho. ¿Y cuándo te hablan a ti directamente? ¿Y cuando tú eres educada y les contestas? Ahí estás perdida.

    Besos!

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