viernes, 21 de febrero de 2014


Estos días he estado acompañada. No por Gavi, sino por Manolo el gato de la familia. Manolo o Lito, como nosotros le llamamos, vive con mis padres pero como iba a quedarse solo en casa durante 4 días, decidimos que mejor los  pasara conmigo. Ya ves, gato con suerte, ¡disfruta de escapadas de fin de semana!

En este tiempo no es que hayamos tenido muchas conversaciones interesantes, de hecho al final siempre término echándole la bronca ¡es un rebelde! Ains, pero luego me ablando porque es un amor de animal y hace mucha compañía. Eso y que he tenido que acondicionar la casa, sobretodo la terraza para que no se le ocurra hacer puenting ¡que tío!

Así que el plan de hoy no ha sido otro que ver una peli, arropaditos, (mi madre dirá que le estoy malcriando…) pero la verdad es que no se le ve muy entretenido. Y no me extraña porque la peli está resultando aburrida, las palomitas se han acabado (bueno en su caso el yogur), y con el calorcito me está entrando una tontera…

Al final me quedé sopa, pero no debió ser por mucho tiempo, porque me desperté sobresaltada cuando escuche a la Pepi gritar: “rata, rata, tienes una rata”. Del susto, me puse en pie encima del sofá, llamé a Manolo como una loca, Lito que no aparecía, la Pepi que seguía gritando, yo seguía pateando en el sofá como una descosía  y la rata… la rata ha saber donde estaba… vamos, ¡un cuadro!

El caso es que en un momento de lucidez, vi que la puerta de la terraza estaba abierta. Sin bajarme del sofá me asomé al cristal y vi que  allí estaba, un rabo enorme que sobresalía de una bolsa de papel que tenía en la terraza, se escondía, se removía dentro de ella. La bolsa iba y venía por el reducido espacio de la terraza… y en ese momento vi que una oreja sospechosa se asomaba… Me apresuré, había que parar a la Pepi antes de que dejara bizco al Manolo con la escoba.

Pepi tranquila…-dije levantando las manos en posición de defensa.
¡La rata! ¡Cuidado con la rata!
No Pepi, es mi gato…está jugando con la bolsa,  ¿puedes bajar el cepillo?- esquivaba cada cepillazo que lanzaba.
Esto… yo… la…- pumf, crack

No aguantó la presión, Pepi cayó de espaldas y detrás de ella la escoba, que le atizó en toda la cara. Madre mía, buena la había liado el Manolo... y todo por jugar con una su pasión...¡las bolsas!



6 comentarios:

  1. Qué tiempo tiene ese gato?? jajajjaa, Al final, Pepi tuvo de su propia medicina, pobre!

    Besos!

    PD: más the next week, no? ;)

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  2. 10 años!! pero está hecho un bicho, somo si tuviera 6 meses... Me da que este va ha ser un gato-abuelo imparable jeje.

    PD: yes, next week!! te espero ;) Muack!

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  3. Es Manolo...no tiene arreglo!! jajajja ;)

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¡¡¡Muchas gracias por tu comentario!!!

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