Revuelto de Neuronas: Feria del libro

Espero hasta que su respiración se hizo monótona, entonces sacó los brazos y las piernas escondidos tras la elaborada portada. Decidió que era hora de investigar por su cuenta. Echo a correr tras los troncos de los árboles, los setos, se agarró a los bajos de los monopatines y hasta se acomodó en la cesta de un cochecito de bebé.

Poco a poco se aproximaba al bullicio que había escuchado desde el otro lado del parque. Abandonando su improvisado medio de transporte se topó con una maraña de pies que no dejaban espacio libre en el suelo, e incluso le empujaban de aquí para allá. A lo lejos apareció como caído del cielo una silla medio escondida entre pilas de cajas. Una vez arriba, sus ojos se abrieron como platos ¡Aquello era el paraíso!

La gente correteaba de un lado para otro, muy sonriente, feliz. Algunos se paraban largo rato frente a las casetas blancas alineadas con letreros de colores, tomaban entre sus manos a compañeros y les hacían cosquillas al acariciar sus hojas. Todavía conservaban aquel perfume a nuevo que a él ya le había abandonado y permanecían tan quietos, relucientes, a la espera de ser adoptados, daba gusto verlos.

Sus ojos paseaban de aquí para allá, recorrían cada centímetro, cada estantería... hasta que se detuvieron en la número 125. Allí una mujer morena, con una gran sonrisa hablaba con la gente animadamente. ¡Era ella! sin duda, allí estaba la mano creadora, el origen de sus páginas, ¡su autora!

Entonces no lo dudo, tomo valor, replegó sus páginas cogiendo impulso, cometería una locura pero no le importaba, tenía la total certeza de que llegaría al otro lado. Contó muy despacio, uno, dos y…. a la tercera salió despedido hacia adelante abriendo de par en par sus hojas. ¡Volaba! Estaba planeando como si fuera un avión y poco a poco se aproximaba a ella. Cada vez la veía más cerca, hasta que una enorme calva se interpuso en su camino. Entonces giro la portada a la derecha, la contraportada a la izquierda y perdió el equilibro, calló a los pies de la sombra proyectada por el toldo.

Incapaz de moverse, comenzaron a humedecerse sus páginas, la tinta de las mismas estaba a punto de correrse cuando una mano desconocida le elevó dejándole junto a otros compañeros. Había sido rápido, había cerrado los ojos y escondido las manos, era uno más en el pequeño mostrador.

La escuchaba atentamente, era tan simpática… sonreía a cada halago que pronunciaba cada uno de los que se acercaban a saludarla. Estaba disfrutando de ese intante, cuando una voz conocida corto el ambiente. Sonaba desesperada, era Mónica. En ese momento se dio cuenta que la aventura había durado demasiado tiempo, que había permanecido lejos de ella, y que al despertar y no encontrarle seguramente pensó que le había perdido...

- - ¡Ana me encanta tu libro!, tanto que tenía un ejemplar pero ¡ha desaparecido! y necesito otro ¿me firmas uno por favor?

- - ¡Claro! ¿Cómo te llamas?

- - Mónica.

- - Bueno pues vamos allá… ¿y dices que lo has perdido?, pero bueno ¿y eso? ¿Lo has buscado bien?

- - Si, y no aparece… me quedé con la intriga de saber cuál era el final ¡solo me quedaban 20 páginas!

- - ¡Listo! Pues espero que te gusten las 20 páginas ¡y que las disfrutes!.

- - ¡Claro que sí! ¡Gracias!

Unos pasos más allá Monica se detuvo a ver la dedicatoria, en la cual rezaba: “Para Mónica, espero que te reencuentres con tu viejo amigo y puedas compartir con él, las 20 últimas páginas. Ana”. Lo que ella no sabía es que entre sus dedos aparecía dibujada, justo en la portada, una gran sonrisa.

A todos los que sienten la mágia de la Feria.

Feria del libro

2 comentarios:

Como pasa el tiempo....

¡¡¡Sigueme!!!

¡Ojo! aquí quedas fichado...

Encontrados y fichados...