viernes, 6 de julio de 2012

En medio de la calle había un pequeño quiosco de prensa, que nunca fallaba. Siempre permanecía disponible para todo aquel que quisiera comprar el periódico del día, la colección de turno o las revistas de moda.

Una quiosquera siempre a pie del cañón, hasta que el estrés, los problemas con los vecinos y la falta de solvencia en su bolsillo, le hicieron ver que la vida no debe ser estar en plena calle para solventar todos los problemas del mundo. Nadie se merece soportar la pesada columna de trabajo y problemas del día a día, sin algún que otro aliciente. 

Así pues, un buen día metió todas las revistas, colecciones y enseres periodísticos dentro del pequeño habitáculo que se hacía llamar: Quiosco Santa Olaya. Recogió las últimas migajas de su vida en aquel lugar, su taza de café y algunas galletitas, bajo la responsabilidad del cierre y la cerradura que dejaría a buen resguardo el lugar. Y finalmente después de mucho tiempo consiguió poner el cartel:



PD: queridos lectores, lo dicho me tomo vacaciones y espero volver muy relajada nos vemos a la vuelta, ¡¡ser felices!! ¡abrazos a todos!

2 comentarios:

  1. ¡Pues que las disfrutes!
    Las letras, además de las neuronas, también se deben tomar un descanso, para volver renovadas e incisivas.

    ¡Saludos, Soraya!

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  2. Gracias Sergio!! en eso estamos!. Un abrazo.

    ResponderEliminar

¡¡¡Muchas gracias por tu comentario!!!

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