martes, 20 de diciembre de 2011



foto de http://mundocine.com


Siete y media de la tarde, aparca el coche y sube las escaleras de acceso al centro comercial. Menos cuarto llega a la cola de las taquillas. Menos diez delante de la taquilla esperando a que el tipo le de las entradas. Ocho de la tarde entra por la puerta. Y cinco llegó a tiempo.

Se apagan las luces, un suave hilo de luz navega por el aire hasta una pantalla donde se proyectan las imágenes. A las ocho y cuarto aparece un tipo que luce algo en su muñeca y no es una pulsera: un reloj fluorescente que le dice que está viviendo al día y que le quedan horas para lo inevitable.

Se pasan horas, años y siglos con un simple apretón de manos y a las nueve a ella no le quedan chuchearías en la bolsa. Un secuestro por una diferencia en horas de vida que acaba en amor y a las nueve y media ya tampoco le quedaba panchitos. La conclusión de que hay que luchar contra la idea de que da igual si es dinero o el tiempo de la gente pero no debe de servir de moneda de cambio y muchos menos que para que unos vivan otros tienen que morir, le llevo a las diez y cuarto de la noche.

A las diez y media se encontraba de camino al coche y a las once y media de la noche se dio cuenta que estaba IN TIME en la cama!!.

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