Después de los revolcones, de perderse entre los tiestos mojados, de esconderse en lugares donde habitan los ácaros... aquí el amigo termina siendo una alfombra con patas. Fíjate hasta donde llega, que a veces le hemos descubierto con algunas hojas prendidas en el pelaje... ¡es un cochino de mucho cuidado!

Obviamente meterle en una jaula y llevarle de vuelta a Madrid, ¡es una locura! sobre todo por lo que puede ir soltando... (¡que no es poco!)  Así que no nos queda más que ¡bañarle!, pero tranquilos que a estas alturas ya se ha resignado y si no mirarle la cara.  ¡Pobre! yo creo que piensa que quizás ¡un baño al año no hace daño!

Aunque he de decirte que de vez en cuando se le cruza el cable, pilla pasillo adelante y deja todo perdido... por suerte no hay nada que una buena escoba no pueda remediar ;)

PD: ¡Feliz puenteeee!