viernes, 27 de marzo de 2015


En esta semana ha habido de todo, pero principalmente un día malo o como lo denomina Lito, un día oscuro en la semana: la visita al veterinario.

Es verdad que Manolito está como un roble, fuerte, sano, pero dos veces al año le toca la vacuna y esas si que no se puede evitar. Así que el día indicado Lito se esconde debajo de la mesa, asoma el morrillo, pone las orejas tiesas y los ojos espatarrados atento al único ruido que indica que es un día oscuro: el ruido de la jaula en el suelo.

Se agarra con fuerza a la alfombra, a la ropa, a donde sea con tal de no entrar en aquel pequeño espacio, pero no se le excusa. A partir de ahí todo es oscuro,  empieza a gruñir como si fuera un perro (siendo sincera da verdadero miedo), no reconoce nuestras voces y da mucha pena ver sus ojillos llenos de terror, pero por suerte todo es rápido. Abren la jaula le tapan con una toalla mientras él está en un rinconcito, un pinchacito y para casa.

Es más la lata que ir hasta allí que en sí la visita al veterinario. Eso sí el pobre se queda tan relajado que no hay gato en todo el día, ah y ni se lo menciones porque te mira con una cara... claro que yo haría lo mismo.



jueves, 26 de marzo de 2015



Luis se había atrincherado, nunca mejor dicho, justo detrás de los sacos que él mismo y la Gaceta habían colocado durante casi media hora.

Le había costado sudores fríos agacharse, pero allí estaba con dolores de espalda encorvado y con una escopeta de perdigones apuntando hacia la puerta de la calle, donde estábamos amontonados con las manos en el alto y gritando “¡Luis, esto es una locura!”

Aquel portal parecía haber quedado en medio de una campaña bélica y lo peor es que se estaba convirtiendo en el nuevo show de la calle. Merche, Mácu y demás vecinos se amontonaban al otro lado de la puerta golpeando el cristal. Sus voces sonaban preocupadas y por más que empujaban la puerta para ver que ocurría en el interior era imposible pasar.

Se las escuchaba gritar “que pasa ahí dentro” pero nadie las daba explicaciones porque estábamos demasiados ocupados en hacerle ver a Luis que aquello era un despropósito.

-¡Muchacho! Baja la escopeta y sal de ahí, no ves que por mucho que quieran no van a poder ocupar el piso.- le gritaba la Gaceta desde la puerta, claramente había cambiado de bando.
-Que si Luis que esto se va de madre…- alguna vecina del primero intentaba razonar con él.
-¡Que no! dije que yo lo arreglaría y yo lo arreglo por mis santos…
- Pero hombre con todos los que somos ya hemos ahuyentado a esos mangantes. Mira Luis…
-Ni te muevas.- me soltó mientras me acercaba.
- A ver entra en razón, esto es una locura si viene la…
- Te he dicho que no te muevas.- levantó más aún el cañón de la escopeta, retrocedí un paso hacia atrás, me había adelantado inconscientemente pero por lo visto con este hombre era imposible razonar.

Los vecinos se removieron en su sitio, se estaban poniendo nerviosos ante la locura de aquel hombre que siempre había tenido ideas disparatadas, pero nunca hasta esos niveles y la gente  que se había agolpado en la puerta de la calle nos llamaban a gritos muy preocupados porque no sabían que ocurría en el interior del portal. De alguna manera inconsciente nosotros intentábamos proteger la integridad y el honor del bloque y por eso tapamos la puerta de la calle. Pero la situación se estaba poniendo muy tensa y demasiado desagradable, al final aquello parecía un secuestro en lugar de intento de proteger el edificio.

Por fin unas sirenas sonaban a lo lejos, el final de aquella pesadilla estaba cerca.  
miércoles, 25 de marzo de 2015


La conoces muy bien ¿verdad? No te voy a hablar del primer libro de María Dueñas porque fui a contracorriente, como casi siempre, y no me lo leí. Eso sí vi la serie desde el primer capítulo hasta el último y me encantó, nada que ver con su segundo libro: Misión Olvido. 

El nombre suena atractivo, pero el problema de haberse dado a conocer con una novela que ha tenido tantísimo éxito, es que ella solita se puso el listón tan alto que superarse con el segundo libro era pedir peras al olmo. 

La novela nos relata la historia de una mujer madura que en su afán de superar  el dolor de la ruptura, de la noticia de que exmarido haya rehecho su vida con una pareja más joven que ella, huye a Estados Unidos para recopilar el legado de un antiguo profesor que finalmente investigara a fondo. 

En principio pinta bien, pero el problema que plantea es que la historias presente no tiene chicha como para sacar algo jugoso, solo es el hecho de una mujer huyendo punto no hay más. Y la pasada no tiene ni limoná,  porque no es nada más ni nada menos que un hombre que viaja a España donde encuentra el amor. Un amor imposible que a base de constancia conseguirá atrapar. Al final tienes entre tus manos un libro de 400 páginas de las cuales, según mi opinión solo valen las 100 últimas, que es donde se resuelve de manera apresurada el motivo por el que muere este hombre y que quizás es lo más interesante,  pero sin muchas pretensiones. 

Puedes deducir de lo que digo, que me ha parecido una novela simplona. La idea era buena y podía haber una historia de trasfondo mucho más elaborada y mejorada, pero no es así o por lo menos yo no lo he visto con esos ojos. Me sorprendió mucho que habiendo hecho una novela de espías en estas que podía haber sacado algo jugoso de la trama, no lo haya hecho y quizás por eso me sentí muy decepcionada cuando la leí. 

No me gustó pero tampoco la vamos a tachar como indeseable. ¿Se podría mejorar?  Si, ¿se puede leer? también, ¿es entretenida? Si, quizás por eso perdí el tiempo leyéndola aunque luego lo que cuente no sea una gran lección de historia.  Tiene una narración atractiva, algo que caracteriza a María Dueñas y eso es un punto a su favor. 

Bueno pues ahí queda la reseña, gracias Críticos.

¡Hasta el miércoles!
martes, 24 de marzo de 2015



- ¿Perdona para ir a Atocha…?
- Veamos… si aquí en el móvil tengo un mapa… ¡Uy! Pues te pilla lejillos ¡eh! pero bueno… Mira estamos en Carpetana, tienes que ir a Oporto a la línea 5, de aquí hasta Opera, ahí coges la roja hasta Sol y te cambias, nada son dos paradas ¡eh! Y luego de ahí te cambias a la azul y hasta Atocha.
- ¡Eh! Pues sí que tengo que dar vueltas y yo con este maletón…
- Ejem, ejem perdonar yo creo que si te montas aquí hasta Pacífico y luego la azul hasta atocha llegas antes.
- ¿Así? ¿Y como es eso? en mi plano…
- Es que tengo la misma aplicación que usted y tiene una opción que lo calcula él solito, pero de todas formas si mira el plano es el camino más recto y con menos trasbordos ¿ve?

Por muchas tecnología que tengamos hay más da uno que se sigue liando con el plano del metro…


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