viernes, 20 de junio de 2014



Lito hizo su primer viaje a las pocas semanas de ser adoptado y fue para venir a vivir a Madrid. Se adaptó bien a nuestra pequeña casa y por supuesto empezó a tener las típicas manías gatunas: subirse al sofá, a la cama, a las sillas, a las piernas… de todas ellas se encargó mi madre que ha sabido educarle muy bien. Aunque he de decirte que algunas todavía las hace a escondidas, eso sí otras no se las hemos quitado porque tampoco es que le mantengamos atado ¿verdad?,  una de ellas es subirse al nuestro escritorio.

Le encanta pasearse por la mesa y sobretodo ponerse en la esquinita con su cuatro patitas bien colocadas y recogidas por su rabo, desde allí mira por la ventana y cotillea a todo hijo de vecino. Y si estás trabajando con el ordenador no te digo nada, ¡le encanta pisarte las teclas!  Aunque parece que ya se va acostumbrando a ir por detrás de la pantalla, será cosa de la edad...

Pero cuando tenía 5 meses aquello era una lucha constante.... entonces yo era una empollona con muchas cosas que hacer, así que ratón en mano los trabajos iban y venían por mi ordenador. En una de esas apareció él con su rabo hacia arriba andando con su elegancia característica, cuando se le ocurrió posar su hermosa pata sobre mi teclado. Por suerte no fue nada más que un intro... aunque él empezó a hacer un ruido muy raro, se paró en seco y con la pata se restregaba la boca. 

Me quedé preocupada no sabía que hacer, ¿que se hace en estos casos? ¿Llamar al 112, al 091? Se le pasó, ejem y a mi también... continué con mi trabajo cuando me di cuenta de que allí en la mesa había algo muy fino y casi inapreciable, era... ¡un pequeño diente de gato! Como una idiota salí corriendo a enseñárselo al resto de mi familia, no podía ni imaginar que  a un gato también se le cayeran los dientes.

Espero que no apareciera el Ratoncito Pérez, porque igual ¡¡hasta se lo come!! Grr…



Cuando menos me di cuenta, Merche ya había subido las escaleras hacia el primer piso y me mirada por el hueco de las escaleras mientras me decía: "vamos chocho, no ve que se te echa el tiempo encima..."
Esto no podía estar pasándome a mí; como librarme de ella, como evitar que entrara en casa... lo veía difícil y más difícil era dejar al margen mi vestido.

Al grito de "voy", fui subiendo despacio los peldaños que me separaban de la puerta de la calle a mi casa, intentando pensar como evitar lo inevitable. Pero cuando estos se acabaron, no me quedó más remedio que girar la llave y abrir ese lugar tranquilo y acogedor que era mi hogar, al menos hasta hoy...

Merche se quedó parada en el comedor extasiada por el color de las cortinas, que no era otro que un morado intenso con unas cortinas de gasa blanca en el medio.

- Ponte cómoda Merche, ¿quieres algo de tomar?.- la educación ante todo incluso, ante un ataque de nervios...
- Gracia pero de verdad no tienes prisa... ¡quilla! que te escuche hablar.- ejem.- que decías que tenia muchas cosas que haser... .- el tic en el ojo se me acentuó tanto que temía que se diera cuenta.
-  Tranquila, todavía tengo tiempo. Mujer ya que has sido tan amable de venir a ayudarme, que mínimo que te invite a algo fresquito ¿no?,  una Coca-cola, Fanta, Nestea... ¿que te apetece?
- ¡Ea! pues no mujer, claro que no... Fanta Naranja está bien.
- Voy a por ello entonces, ponte cómoda...

Y mientras yo veía como Merche apoyaba su enorme culo en mi suave sofá y miraba cada rincón de mi pequeño comedor, fuí a la cocina en busca de la Fanta Naranja y un wisqui doble para mí porque vaya tela... la que me había caído.

- Aquí tienes Merche, una Fanta bien fresquita.- le dije mientras dejaba el vaso lleno de aquel liquido anaranjado y unas patatas de acompañamiento...
- Gracias... .- dijo sin mirarme a la cara, sin hacer ni ápice de caso al vaso que le había puesto delante. Estaba mirando una fotografía de mi familia, de mis padres y mi hermana junto con el Manolo... una foto que siempre presidía mi casa y que  Merche miraba con mucha atención...- Que guapos, y se os ve... unidos, muy unidos.- una sombra de disgusto había en su cara...
- ¿Que te ocurre Merche?.- me senté a su lado
- No es que...

La primera parte de "El vestido" la puedes encontrar aquí

martes, 17 de junio de 2014

En medio de un vagón atestado de gente, repleto de cotillas, suena la música de fondo y unos zapatos taconean. Un Blue, un Jazz, un Rock and Roll  y finalmente un hermoso Tango... aunque he de decirte que la dama de hermosa no tenía nada;  falda de vuelos cortos, corsé de cuero malucho, pelos andrajosos y medias de pilinguí en toda regla.... y es que una mujer de trapo y un hombre de carne y hueso no pueden ser otra cosa que ¡una pareja dispar!

Si eso fue lo que me encontré el otro día en un vagón, dos, dos locos muy locos haciendo un baile indecoroso. Se presentaron como "el bromista del metro" y su mujer al borde un colapso y lo cierto es que nos sacaron unas sonrisas porque el ingenio de este tipo para pedir dinero en el metro ¡no tiene precio!.

Imposible hacer la foto mejor...






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