Por fin parece que llega el buen tiempo y con él se retoman las buenas costumbres,  Lito ha vuelto a asomarse a la ventana de mi habitación. Con el invierno apenas le vemos el pelo porque se mete en el cesto al lado de la estufa y de ahí no hay quién le saque, pero con la llegada de la primavera sale como las margaritas al sol. Aunque no tanto como antes la verdad, debe ser cosa de la edad…

El caso es que hay le veis como la vieja del visillo, aunque a él le da igual que le vean por qué la cosa es cotillear bien, ver pasar los coches, las mujeres con la compra, los niños al cole… no se le escapa ni una. Eso sí, la ventana queda hecha un desastre porque el tío arrima tanto la nariz al cristal que lo deja todo pringado de mocos. ¡Será guarro!