jueves, 6 de noviembre de 2014



La noche empezó joven, empezó a las ocho de la tarde con la llegada de las invitadas gritando a voz en grito “Encarni, ya verás como meneamos la sábana esta noche” a lo que mi vecina respondía: “Ya te digo, esta noche le dejo seco jajaja” y así con aquellos gritos enfilaron la calle en busca del festín, que estaba programado para las nueve en la plaza de tres calles más abajo. Solo nos quedamos en silencio por dos horas en la que a más de una le salió un flautín como el del mismo Hamerlín, y todo por no haber recibido la invitación.



Sobre las once de la noche la jauría de señoras regresó con la barriga llena y los primeros signos de lo que sería una cogorza monumental, pero tranquilas. La mayoría estaba apoyadas en los coches a la espera de la novia, bajara. Cuchicheaban las unas con las otras por lo que las expectativas de más de uno , de que aquello se desmadrara era poco probable... o ¿no? 


Cinco minutos más tarde la novia apareció con un disfraz de enfermera muy corto, que dejaba a la vista las muchas varices de la Encarni, unas medias con puntillita blancas en la parte superior, que en vez de llevar piernas parecían morcillas embutidas… y una peluca de pelo largo con una diadema con un pene bailando al son del meneo de Encarni, un cuadro. Unas sevillanas empezaron a sonar de fondo mientras dos de las señoras abrían una caja que contenía una enorme tarta en forma de pene y gritaban: “ Que se la coma, que se la coma…” El momento mordida fue memorable, la novia que accedió con mucho gusto se puso la cara fina, fina.

A esas alturas todo el mundo estaba mirando el espectáculo protagonizado por aquel grupo de sesentonas que vivían una segunda juventud, sobretodo mis adoradas vecinas, que no podían creer que ellas estuvieran viendo todo aquello desde la barrera... Sin embargo parece ser que Encarni no se había olvidado de ellas y sacando un megáfono las grito: “Vecinas, ¡uniros a nosotras!” y ya te podrás imaginar lo que tardaron ellas en bajar, bueno un poco más que a su edad van más lentas.

Encarni y alguna de las amigas repartieron a todas las integrantes de aquel grupo, pines con forma de penes que lucían en la oscuridad y camisetas con la cara de la novia. Aquello no había quién lo parase... sobre todo porque megáfono en mano, las incitaron a la batalla:

-          ¿Qué somos?
-          Ladys maduritas
-          ¿Y adónde vamos?
-          A bailar!,¡a bailaarrr!

Y así se alejaron de nuestra calle, desde donde escuchaba aquel cántico en la lejanía. Una noche memorable como predijo Encarni...

¿Qué somos...?


3 comentarios:

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