viernes, 8 de agosto de 2014

Antes de irme de vacaciones os conté que Lito se quedaba sin ellas. ¿El motivo? muy sencillo, en las vacaciones navideñas hizo de las suyas. Si, fue en uno de esos días de diciembre, que amanece con helada, cuando aquí el señorito decidió saltarse las normas y las vallas, que claro está para él no fueron un problema. Cuando quisimos darnos cuenta había pasado tranquilamente una hora y el animalito se había perdido por los tejados.

Nos preocupamos en serio, pues Lito se ha criado encerrado en una casa y eso de volver al hogar no es lo suyo… la verdad es que ha tenido más intentos, pero no ha pasado de ser una simple asomada a la puerta. Esta vez se fue y a nosotras solo nos quedó pegar gritos en medio del patio de mi abuela, en pijama y a 0 grados. El caso es que el tío no estaba muy lejos, porque respondía a nuestros gritos, pero por más que mirábamos no le veíamos. 

Al final decidí trepar por uno de los tejados, por el más bajito y que da acceso a una especie de “terraza” del vecino. Si, se lo que estáis pensando,¡¡soy una delincuennnteee!! Y fue un allanamiento de morada en toda regla, pero por suerte el vecino no estaba y no me vio nadie, así que... ¡sshh! a ver si ahora la vamos a liar jeje. Lito estaba justo detrás de mí, subido en una cornisa, muerto de miedo, huía de todo y sobretodo de mí. ¿Qué a dónde? pues a casa de Doña Rosa la Fotógrafa. Así que allá fuimos preparadas con guantes, manta, jaula… solo nos faltaba el emblema de la protectora de animales… ¡ins! la pobre mujer estaba todavía en la cama cuando llamamos… ¿Pero qué crees? efectivamente Manolo se largó en cuanto nos escuchó hablar… ¡¡Aquello era demasiado ya!! Mi madre me dijo que fuera corriendo por los tejados a cogerle y a pesar de mis protestas, volví como si fuera una ladrona (si, otra vez...).

No, no le cogimos. Tuvo la bondad de subirse por tejados más altos e ir a parar de nuevo al de el vecino… te preguntarás que sucedió y si aquí terminan las Manoladas. No, no terminan y si, si le cogimos, a base de lanzarle comida por el hueco que daba acceso al tejado desde la  escalera del patio de mi abuela. La infinita paciencia de mi madre y el bendito hambre, hizo que el animal se acercara a olisquear y que callera en las garras de mi madre quién le entró en casa y cerró todas las puertas.

Para cuando regresé de comprar el pan, Lito estaba escondido debajo de la mesa y yo ¿que hice? lo primero echarle una bronca monumental, lo segundo ponerle el culo calentito, lo tercero atarle a la pata del sofá por el resto del día y lo cuarto fue castigarle sin vacaciones ¿y para qué? ¡para nada! porque ya va por el segundo viaje y podéis ver que feliz anda... ¡qué voy a hacer con él!

PD: Aquí os dejo una foto de la vista de los tejados desde el patio de mi abuela... igual os ayuda a entender que grado de delincuencia cometí =S ¡¡Feliz fin de semana a todos!!

 


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